Violencia en la escuela

Violencia en la escuela

En esta ocasión quisimos acercar a Uds., nuestra opinión sobre las condiciones de inseguridad que vivimos por estos días. Últimamente se viene dando con motivo de los paros, una discusión que va adquiriendo relevancia con respecto a cómo desempeñar nuestras tareas en medio del caos y la violencia que se viene advirtiendo entre nuestros alumnos de manera creciente. Recibimos un maltrato permanente que puede traducirse en golpes, gritos, insultos, faltas de respeto. Otras veces somos blanco fácil de las mismas peleas que se originan dentro y fuera del ámbito escolar entre los mismos alumnos. Tampoco falta la oportunidad en que ese maltrato viene de los mismos padres que en muchas ocasiones también reaccionan con violencia cuando por alguna causa no se ven satisfechos sus reclamos que, aunque los consideremos justos, a veces por falta de condiciones, no los podemos resolver. Una de las cuestiones que más nos reclaman es la falta de justicia con que son tratados sus hijos ante la violencia de otros. Lo que pone en evidencia una impotencia compartida. Hay una larga lista de cuestiones que nos desvelan, imposibles de volcar en un volante, pero sabemos que en estos últimos años se viene manifestando una forma silenciosa de protesta, un grito ahogado, un pedido de auxilio, un ¡¡no doy más!! Situación que se hace evidente en los paros; los cuales se convierten en un instrumento útil para ir sobrellevando la angustia. Pero, como toda angustia, tiene infinitas formas de manifestarse, no sólo los paros aparecieron como una forma de enfrentarla, también lo comenzaron a ser las licencias, justificadas en muchos casos, ya que verdaderamente esa angustia fue mutando en crisis, luego picos de stress, hasta transformarse en enfermedad crónica. También la ira y la violencia han comenzado a expresarse en nuestras filas, inevitablemente como autodefensa, un contragolpe que funciona en algunos como autoflagelamiento: “yo soy el problema” “me faltan estrategias” o hacia los otros: “acá el problema son los padres”, “sacame este pibe que es insoportable”, “las autoridades no hacen nada”…En fin… distintas formas de no poder enfrentar el problema con una solución viable. Pero las soluciones no pueden venir de otra forma que no sea poniendo el problema de manifiesto. Primero ¿Cómo empezó todo esto? ¿Cuándo se notaron los primeros síntomas? Hubo una época en que sólo nos encontrábamos con algún que otro chico con problemas de conducta. Era sobrellevable, un caso aislado. Nada que no pudiéramos controlar llevando un acompañamiento familiar y recuperable seguramente en el tiempo. Una mayoría de nuestros alumnos no tenían necesidad de los comedores y compartían la comida diaria con su grupo familiar, tenían una casa, sus padres trabajaban, muchos salían de vacaciones, leían y por lo tanto al volver cada año tenían muchas cosas para comentar. Sabían que si estudiaban tendrían un progreso en la sociedad, etc., etc. Muchos docentes no conocieron esa época y se incorporaron a una realidad ya instalada y por lo tanto se consideraron normales cosas que en otro momento hubieran sido inconcebibles. Cada año sin que pudiéramos percibirlo, como no se pueden percibir los detalles en los grandes procesos sociales, fueron cambiando las condiciones de vida. Hoy una cosa, mañana otra…y emergió la tragedia, como si hubiera estado escondida y nos apareció de golpe. En ese período, entre una sociedad que tenía valores y esta que no los tiene, ¿Qué paso? Es ese período el que tenemos que desnudar. Hay que desandar el camino para ver qué dejamos atrás. El mismo proceso que hace un médico cuando quiere conocer una enfermedad, va del síntoma a la causa. De la fiebre a la infección. Nunca al revés. Por eso compañeros, si hoy nos afecta y angustia la violencia y nos hace sufrir y llegamos a este punto tan crítico es porque alguien más llegó antes que nosotros a ser violentado de una manera u otra. ¿Y cómo puede expresarlo un niño? Así como lo vive. No podemos pedirle que lo razone. Cualquiera que haya estudiado un poco el proceso de aprendizaje sabe que el ser humano aprende lo que vive y no solo de su familia sino y sobre todo del medio social. Si no vive en orden, no puede ser ordenado, si le comunican las cosas a los golpes y gritos, no puede dejar de responder de esa manera. Nadie se educa solo, ni sale de su voluntad desear cosas que no conoce. Pero entonces ¿No se puede hacer nada? ¿Tenemos que aguantar todo porque la mano vino así? ¿Acaso somos culpables de lo que a ellos les pasa? Para responder a estas preguntas nos tiene que quedar claro que el problema se generó fuera de la escuela, aunque se manifieste en ella; por lo tanto sólo podremos encontrar atenuantes a dichos problemas si logramos entender el por qué cada uno actúa como actúa. Si podemos ver que nuestros problemas no son sólo nuestros, sino que son un problema social. Ahora bien, ¿de qué manera se puede solucionar un problema social? ¿Es posible hacerlo en forma individual? No se trata de no defender lo de cada uno, sino de hacerlo eficazmente. Si la situación social se degrada más y más, ¿cómo enfrentar con eficacia los problemas que dicha degradación provoca con un esfuerzo meramente individual? Cuanto antes comencemos a debatir estos temas más herramientas tendremos nosotros y nuestra comunidad para actuar frente a esta crisis.

Docentes de los Círculos de Estudio de Pariendo una nueva sociedad

Noviembre de 2009