¿El fin del trabajo? Empleo, tecnologia y crisis mundial

¿El fin del trabajo? Empleo, tecnologia y crisis mundial

Este nuevo volante pretende desarrollar uno de los problemas planteados en el anterior (“Ganó la Inseguridad”): la desocupación. En un intento de alcanzar una mejor comprensión sobre la misma, buscamos y analizamos sus causas profundas. Con ese fin recurrimos a un libro que es trascendental para comprender acabadamente el problema del trabajo en el mundo presente y en los años venideros; hablamos de El fin del trabajo de Rifkin, Jeremy (Bs.As., Edit. Paidós, 2002), asesor del entonces presidente Clinton.

 

Revolución tecnológica y trabajo

 

En el prólogo de este libro, editado por primera vez en 1996, se puede observar cómo la tecnología fue afectando las condiciones y características del trabajo en los EE.UU.: “Hacia mediados del siglo pasado Cyrus Mc Cormick inventó la segadora, John Deere el arado de acero, apareció el tractor. Con ello, en el último cuarto de siglo la proporción de fuerza de trabajo nacional en el sector agrícola había disminuido de tres cuartas partes [75%] a la mitad [50%], en 1900 a un tercio [33%], en 1940 una quinta parte [20%] y ahora [1995] a un 3%. (pág 14).

Las personas cuyos empleos se sustituyeron por máquinas se fueron a otras actividades. En 1810 tan sólo 75 mil personas trabajaban en las "nue­vas" fábricas. 50 años más tarde [1860] eran más de 1.500.000, y en 1910 supera­ban los 8 millones. En 1960 esa cifra se duplicó [16.000.000].

Pero, las cifras no crecen indefinida­mente. Las nuevas tecnologías sim­plificaron los procesos de producción. Entre 1960 y 1990 la producción de bie­nes manufacturados de todo tipo siguió creciendo, pero el número de pues­tos de trabajo necesarios para pro­ducirlos bajó a la mitad."

"Más del 75 % de la masa la­boral de los países industrializados realiza tareas repetitivas. Las máqui­nas automáticas, los robots y los orde­nadores cada vez más sofisticados pueden realizar la mayor parte, o quizá la totalidad, de esas tareas. Eso signi­fica, que sólo en los EE.UU., en los años venideros más de 90 millones de puestos de trabajo de los más de 124 [millones] existentes son posibles de ser sus­tituidos por máquinas. Estudios actua­les [1995] muestran que menos del 5% de las empresas en el mundo han iniciado su transición hacia la cultura de la máqui­na, lo que hace pensar que en las déca­das futuras se hace inevitable la apa­rición de un desempleo del que no se tiene referencia hasta hoy." (pág. 25)

Clarín, 8-10-08, J. Castro, presi­dente del Instituto de Planeamiento Es­tratégico: "El Estado de Michigan, fuer­temente industrial tiene hoy el más alto nivel de desocupación de la Unión: 8,9 %; sólo en la industria automotriz se perdieron 390.000 puestos de trabajo en los últimos 4 años". (Es decir entre el 2004 y el 2008, o sea antes de la actual crisis).

Se explica, entonces, lo que sigue, Clarín, 17-2-08, supl. iEco, T. Palley, ex jefe de la US-China Economics Commission: "Una economía alimentada con burbujas. Antes de 1980 el em­pleo industrial aumentaba durante la expansión y siempre superaba el máximo anterior. Entre 1980 y 2000 el empleo industrial siguió creciendo du­rante las expansiones, pero ya no recuperaba el pico previo. Esta vez, de hecho disminuyó durante la ex­pansión, algo sin precedentes."

Vemos pues, como la tecnología aplicada a la producción agrícola comenzó a desplazar a millones de campesinos hacia las ciudades. Masa de desocupados que, ya en las ciudades, se empleó en la industria fabril. Pero en la década de 1960-70 el avance tecnológico aplicado a la industria comenzó a expulsar en forma constante a miles y miles de obreros cada año, mano de obra que encuentra salida al problema de la desocupación gracias a la expansión del sector terciario (los servicios). Pero en los años ’90 se produjo en este sector un salto tecnológico muy importante: pensemos, ¿qué ocurre cuan-do llamamos a una compañía de telefonía, o de electricidad, gas, etc.? Si, ¡nos atien-de una máquina! ¿Qué significa esto? Que la computadora está desplazando desde hace casi dos décadas a los trabajadores de este sector, que por el tipo de trabajo que en general realizan, (repetitivos, o sea, fáciles de llevar a cabo por una máquina). Según vimos, Rifkin plantea que del total de puestos de trabajo en los EE.UU: ¡hasta el 75% de ellos podrían ser fácilmente remplazados por la PC!

La cuestión es que ya no hay un sector económico que nos salve de la desocupación masiva y todo lo que ello significa. Al contrario cada sector (prima-rio, industrial y de servicios), continúa este desarrollo tecnológico motivado por la competencia (o ponen tecnología moderna en sus empresas y pelean con los otros empresarios o quiebran, especialmente en momentos de crisis como el que estamos viviendo). Así las cosas, el problema de la desocupación, más allá de los gobiernos, va a continuar agravándose más y más.

¿Entonces, esto no ocurre sólo porque hay una crisis? No, como dijimos renglo-nes antes, es un problema que tiene años de desarrollo: en 1995 ya se podía apre-ciar en muchos establecimientos industria-les nacionales y la información sobre este importantísimo asunto salía en las páginas de los diarios más importantes del país. Ahora, a pesar de haberse agravado el problema, estas informaciones ya no se leen en los grandes matutinos:

Clarín, 29-01-1995, supl. Económico, pág 2: “ ‘Hace 25 años una hilandería requería de unos 3.000 operarios (…) para producir 300.000 kg/año de hilado; hoy se lo logra con 150 operarios (…)’, observa Vicente Pedace, gerente gral. de Hilanderías Villa Ocampo (Uzal)”.

La gran revolución en esta Industria se produce en los anos ‘70: con un dispositivo neumático se logra el anudado del hilado en forma automática. En los '90 se pro­duce un nuevo salto tecnológico. De esta manera una operaria que antes atendía 3 máquinas de 504 husos (que implica una producción de 7 kg/hora) pasó a atender 5 máquinas de 1.056 husos (que representan unos 15 kg/hora a 24 kg/hora por máquina y de una calidad superior)”. En otras palabras, una obrera entre los ’70 y los ’90 pasó de producir 21kg de hilo a producir 100kg. por hora (1 obrera pasa a producir una cantidad de hilado que antes requería de 5 trabajadores). ¡Imaginemos cómo será en el 2009, tras 14 años de avances tecnológicos!

 Revolución tecnológica y crisis mundial

 

Estos ejemplos nos permiten graficar cuál es la base de la crisis mundial de la que nos referimos: la producción de mercaderías, gracias al avance tecnoló-gico es cada vez mayor, pero la cantidad de trabajadores es por el contrario cada vez menor, es decir que se producen día a día más y más  bienes y servicios pero son cada vez menos los consumidores (o sea, menos trabajadores con un salario para comprarlos). Esta situación llevó a la crisis de “sobreproducción” que estamos sufriendo (se producen muchos más pro-ductos de los que luego se pueden vender).

Las preguntas que nos surgen, siguiendo esta lógica de análisis, son varias y muy inquietantes: ¿esta será la última crisis económica que viva el mundo? ¿Sobrevendrán en los próximos años una crisis tras otra? Si es así, ¿será cada una de ellas más grave que la anterior, a medida que el avance tecnológico futuro profundice esta contradicción (más producción / menos consumo)?

Como podemos observar, a pesar de que la base de la crisis está en esta situación que acabamos de describir, ella se nos presenta como si fuese un problema de los bancos, de la inmoralidad o la excesiva ambición de sus dueños. Intentaremos descifrar por qué pasa esto: ante la imposibilidad de obtener las ganancias esperadas produciendo y vendiendo la producción, los empresarios comienzan a buscar nuevos negocios y los encuentran en los negocios “truchos” de la bolsa de comercio o que organizan los grandes bancos conocidos como “burbujas”, por ejemplo la “burbuja financiera de las hipotecas inmobiliarias en los EE.UU.” (No son otra cosa que negocios en los que “se inflan los valores reales de las mercaderías en las que se invierten, como hace unos años las casas en EE.UU., antes las empresas “punto com”, etc. Cuando no se puede sostener más ese valor inflado, en forma drástica se vuelve al valor real o a uno inferior, arruinando a miles de empresas e inversionistas que no supieron salir a tiempo del negocio, siempre los más chicos, claro).

Entonces, en apariencia el problema es el mal manejo del sistema financiero, pero las “burbujas financieras” no son las causas de la crisis, sino su consecuencia.

 

¿Hay salida? ¿Dónde  la buscamos?

 

Rifkin (pág. 34), el autor del libro citado, define con claridad cuál es la contradicción que se está convirtiendo día a día en nuestro principal problema: “Nos vemos abocados a una potente revolución generada por las nuevas tecnologías que ofrece la promesa de una profunda transformación social  sin igual en la historia (…). Por primera vez en la historia moderna muchos seres humanos podrían quedar liberados de un gran número de horas de trabajo, y así adquirir una mayor li­bertad para llevar a cabo más actividades de tiempo libre. Las mismas fuerzas tecnológicas podrían, sin embargo, llevarnos a mayores niveles de desem­pleo y a una depresión de ámbito global”.

Estamos viviendo pues una terrible paradoja, por un lado se pueden satisfacer todas las necesidades humanas gracias a los increíbles avances tecnológicos –debido a los cuales hay más riquezas que nunca antes en la historia humana– y sin embargo, por la desigualdad existente, 3.000 millones de personas, en este momento, están desnutridas (Clarín, 17-09-2009 Para la ONU, casi la mitad de la población mundial está desnutrida. [Según Josette  Sheeran  Directora del Programa Alimenta-rio Mundial]Este año tenemos más personas hambrientas que nunca”). Al mismo tiempo, miles de empresas quiebran por no poder vender sus productos.

Vemos entonces que no es la tecnología la responsable de la miseria actual, sino la posible solución a tantas necesidades; todo depende de qué hagamos nosotros con ella. Reducir las horas de trabajo para distribuirlas entre la mayor cantidad de personas posible, como propone Rifkin (“Una distribución justa y equitativa de las mejoras en la productividad requeriría una reducción a nivel mundial en las horas de trabajo semana-les…”), sería una salida posible pero momentánea de la crisis. Por esto mismo, sólo hay algo que es seguro, y es que esta contradicción necesita ser resuelta, y para ello hace falta la participación decisiva de los trabajadores en un pro-fundo debate sobre las causas de estos problemas y en la búsqueda de soluciones.

Rifkin culmina su idea con una advertencia: “Si, a pesar de todo, no se reparten las enormes ganancias de productividad, (…), las probabilida­des de que las crecientes diferencias entre los que lo tienen todo y los que no tienen nada conducirán, sin duda, a disturbios sociales y políticos a es­cala global”.

¿Si esta lógica perdura hasta dónde llegaremos?, ¿podría no agravarse toda esta situación?, ¿y si llegara a agravarse…?

Los debates que estamos teniendo los docentes en las escuelas por estos días acerca de nuestras actitudes con respecto a los paros, el hartazgo y la tensión que tenemos todos en nuestros puestos de trabajo, ¿no tienen relación con esta situación de crisis que está viviendo el mundo en los últimos años? ¿Por qué estamos agotados?, ¿por qué comenzamos el año tan agobia-dos como terminamos el anterior?, ¿los chicos son los culpables?, ¿sus familias, nosotros, quién? Intentaremos aportar a este debate en el próximo volante.

 

 

 

 

Noviembre de 2009

Docentes de los

Círculos de Estudio de

“Pariendo una nueva sociedad”