El objetivo de estas reflexiones es aportar a una definición sobre dónde estamos parados, qué momento o tramo del capitalismo estamos atravesando, cuáles son sus procesos internos actuales.
Veamos la importancia de esta definición en el hecho de que, para actuar con acierto en el movimiento social y político es necesario trazarse una estrategia y, para ello, es imprescindible desentrañar y conocer cómo y hacia dónde se mueven los procesos objetivos, sobre todo económicos, de la sociedad. Sin definir esto ninguna estrategia puede establecerse sobre bases sólidas, y las acciones que emprendamos corren el peligro de ser trompadas al aire.
Cuando aparecen momentos de cambios y conmociones grandes y profundas (como los que vemos hoy) en todos los niveles de la sociedad, en la producción, en el consumo, el mercado, las relaciones internacionales, las instituciones tradicionales, las ideas y teorías , etc., etc., se hace necesario para actuar, definir y precisar qué es lo que está pasando; y, como los cambios abarcan tantas esferas, es necesario, para no perderse, partir de las bases, de los cimientos sociales, e ir desde allí ascendiendo.
Hablamos de la sociedad humana, por lo que los cimientos de ellas se encuentran en la producción social que hace posible la continuación de la vida del hombre. Por lo tanto comenzaremos este análisis por las fuerzas productivas sociales y luego iremos a las relaciones sociales de producción.
I
Veamos qué pasa en las fuerzas productivas de la sociedad.
El concepto (o categoría) fuerzas productivas de la sociedad está compuesto por tres elementos:
1-el hombre productor: sin éste es impensable ninguna producción, ni tampoco la existencia de la sociedad, de allí que el hombre no es sólo el fin de la producción sino también el comienzo de ella.
2-la naturaleza (de la cual el mismo hombre es parte): hábitat y abastecedora de todo lo requerido por el hombre para la subsistencia y desarrollo de la sociedad humana, y
3-los instrumentos y medios de producción: de los cuales el hombre se vale para extraer y procesar lo que la naturaleza provee.
De ninguno de estos tres elementos es posible prescindir para la producción social, por lo que reducir el concepto fuerzas productivas al de técnica es caer en un error que fue la causa de desviaciones y errores del pasado reciente.
1-Qué pasa hoy con el hombre como fuerza productiva: masas cada vez más grandes quedan marginadas del proceso productivo, la mayoría de ellos para no volver a incorporarse nunca más, por lo que son destruidos como tal fuerza productiva, y este marginamiento crece a velocidad mayor cada vez; los que conservan el trabajo están sometidos cada vez más a un mayor régimen de explotación y opresión: se alargan jornadas de trabajo, se achica el salario por debajo de las necesidades ( ni hablar ya de lo que serían las necesidades plenas del hombre de fin de siglo XX), crece la inseguridad, la desprotección, el stress, la insalubridad, el analfabetismo, las epidemias de enfermedades ya superadas y otras nuevas, crece también la mortalidad infantil, destruyéndose así la actual y futura mano de obra, reaparece aún en los países desarrollados el trabajo de niños y el trabajo esclavo, miles y miles de profesionales, ingenieros, técnicos, médicos y profesores, arquitectos y especialistas, etc., etc., mano de obra calificada, se ven obligados a trabajar (cuando encuentran trabajo, porque hay miles de desocupados entre ellos) en oficios y ocupaciones simples que nada tiene que ver con su preparación y estudios. El crecimiento de la desocupación y subocupación en el mundo adquiere dimensiones y velocidad que asusta pensar en el futuro. Y la tendencia es sin duda alguna a más de esto; en este mismo momento se están desarrollando planes de ajuste a nivel de todo el planeta. Los porcentajes de desocupación entre los jóvenes que ingresan al mercado del trabajo, aún en los países desarrollados, son el doble que los porcentajes generales.
A la misma vez hay un proceso de calificación en una parte de la mano de obra que está ocupada en la tecnología de punta, pero el proceso y la velocidad de los descubrimientos de nuevas tecnologías reduce incesantemente esa parte de la mano de obra, por lo que, aún dentro de este sector, muchos ocupados de hoy serán los desocupados de mañana.
La propaganda oficial del régimen capitalista, no sólo en la Argentina, nos pretende convencer de que la desocupación es resultado de que los trabajadores necesitan calificarse para manejar la nueva tecnología. No pueden inventar mentira más grande : en primer lugar, en general en el mundo no hay puestos de alta calificación vacantes, ( digamos de paso que si esto ocurriera serían los propios capitalistas quienes se ocuparían de calificar a los trabajadores para cubrir esos puestos); en segundo lugar lo que si hay, como ya hemos dicho, es miles y miles de desocupados que poseen alta calificación y miles más que están trabajando en ocupaciones que están muy por debajo de su nivel de calificación, y en tercer lugar la cantidad total de puestos de trabajo que el capitalismo puede ocupar hoy está muy por debajo de la cantidad de personas que están en condiciones y necesitan trabajar; y a éstos hay que agregar que la precarización del trabajo hace que en muchos puestos de trabajo que antes lo ocupaba un trabajador y medio a jornadas de ocho horas, hoy lo ocupe uno solo con jornadas de doce horas, y todo esto avanza en todo el mundo.
De manera que el hombre como integrante de las fuerzas productivas, ni en el presente ni en su perspectiva se puede afirmar que tenga un desarrollo positivo sino más bien todo lo contrario, éste está totalmente bloqueado y avanza su descomposición.
2- ¿Qué pasa hoy en la naturaleza?
Todas las investigaciones serias sobre el tema señalan que estamos ya no sólo ante el peligro de su agotamiento como fuente proveedora de los elementos que el hombre necesita para seguir produciendo, sino ante la inminencia de una catástrofe ecológica, o sea la destrucción acelerada de la naturaleza como hábitat del hombre.
La contaminación de ríos y mares, la devastación de inmensos bosques, el agotamiento acelerado e irracional de recursos minerales, petrolíferos, etc, el aniquilamiento de miles de especies animales y vegetales ( incluidas muchas aún no conocidas por el hombre), el agujero de ozono, la polución ambiental, la inutilización de vastas áreas por desechos de material radioactivo, el agotamiento de tierras por su explotación anticientífica, etc.. Se ha excedido largamente la capacidad de reciclaje de la naturaleza, tanto en cantidad como en calidad. El problema llega a tal punto que muchos investigadores, afirman que las próximas guerras se harán por la disputa del agua.
El problema está a la vista de todos, por lo que no creemos que haga falta extenderse más para sacar la conclusión de que la naturaleza tanto como proveedora y como hábitat del hombre está aniquilada.
3- En cuanto a los instrumentos de producción, su dinámica de desarrollo y progreso es enorme; si tuviéramos que resumirlos en pocas palabras diríamos que han pasado de reemplazar y aventajar la velocidad, la fuerza, la precisión del hombre, a reemplazar funciones de su cerebro. El conjunto de descubrimientos y adelantos científicos incorporados a la producción y la dinámica del proceso de nuevos descubrimientos y su incorporación a la producción es tan grande que dan lugar a un enorme y permanente desarrollo de la productividad del trabajo. Sin embargo la utilización que se hace de estos instrumentos (utilización que es orientada y conducida por el régimen y los capitalistas) la más de las veces es irracional y nociva tanto para el hombre como para la sociedad y la naturaleza.
Los distintos factores internos de las fuerzas productivas sociales entraron en contradicción: a más adelantos técnicos y científicos incorporados a la producción, más deterioro y destrucción de la naturaleza y el hombre. Y es evidente y está a la vista de todos que la tendencia es a más contradicciones y no a más armonía; y no son despreocupaciones o desequilibrios: no, es descalabro. No son fenómenos pasajeros o cíclicos, son permanentes y en desarrollo, son tendencias sólidas; no son fenómenos externos a las fuerzas productivas, sino internos. Se podrá argumentar que en épocas anteriores, y en el propio capitalismo, también sucedía, pero antes se daba por ciclos, no era crónico como hoy, no era global y simultáneo como hoy y no tenía la profundidad que tiene en la actualidad.
Esto indica que desde el punto de vista de la situación de las fuerzas productivas sociales, del conjunto de los elementos que la componen, puede darse un desarrollo de los instrumentos de producción y, por lo tanto de la productividad del trabajo, lo que provoca este régimen social no puede dejar de provocar un deterioro de la naturaleza y del hombre, y como ambos son partes insustituibles de las fuerza productivas sociales, no puede darse un desarrollo de éstas, lo que excluye, por lo tanto el desarrollo social como desarrollo de la comunidad, de la humanidad; y presupone una descomposición que está ante nuestros ojos, y tiende en lo económico al estancamiento, putrefacción y crisis crónica del sistema; esto se evidencia en los planes de ajuste que se intentan poner en práctica ( y que necesita , requiere del sistema) en todos los países. Por primera vez en toda la vida del capitalismo se tiene que ajustar simultáneamente en todo el planeta, por los diversos planes , emplastos y parches que se inventan para paliar las consecuencias y evitar crisis inmediatas, que de todas maneras se precipitan; y tiende en lo social a la disgregación, la fragmentación y la barbarie. El enorme progreso de la productividad del trabajo trae como consecuencia un absurdo, o sea, la marginación y degradación de masas cada vez mayores en inmensas zonas del planeta, e incluso la aparición en unos y el desarrollo rápido en otros de zonas y masas marginales en los propios países del llamado primer mundo. La situación es tal que muchos economistas y políticos burgueses hablan de un “retroceso” hacia formas de explotación del siglo pasado, pero nadie puede retroceder en el tiempo y el capitalismo tampoco, esto no es involución, sino evolución hacia la barbarie y la putrefacción total, en éste proceso estamos parados hoy. Creer (o intentar hacer creer a las masas) que hay un retroceso, es crear la ilusión de que en un punto ese retroceso parará y comenzará nuevamente la evolución, y nada de eso sucederá en el capitalismo ya; una fruta verde y una podrida se parecen en que ninguna deben ser comidas por el hombre, sin embargo la verde madurará y podrá ser comida, mientras que a la podrida sólo puede descartársela.
Por lo tanto el modo capitalista de producción ha agotado sus posibilidades de desarrollar las fuerzas productivas dentro de él, y como ha pasado ese límite sobrevivirá hasta que seamos capaces de desenchufarle el respirador artificial, pero mientras tanto no veremos más ese capitalismo clásico, ni el del monopolio imperialista que conocimos, sino algo putrefacto que distorsiona y degrada todas la leyes y normas económicas, sociales, culturales y éticas que hemos conocido.
II
Veamos ahora qué pasa en las relaciones de producción sociales y cómo provocan y condicionan esta situación de las fuerzas productivas.
La ley suprema fundamental del capitalismo, hoy más evidente que nunca , es la ley de la máxima ganancia. Como es sabido y no puede ser de otra manera, la ganancia se genera en la producción (la plusvalía o el excedente de trabajo no retribuido al obrero), pero se realiza, se concreta en la venta de la producción, de manera que si no se consigue vender se arruina todo el negocio.
Veamos entonces primero qué pasa en la producción y luego en la venta, o sea en el mercado. El fenómeno de mayor importancia y trascendencia de las últimas décadas es la incorporación acelerada y creciente de la ciencia a la técnica, la magnitud, bastedad y velocidad de los descubrimientos científicos que revolucionan la producción, el impactante desarrollo tecnológico, entre cuyas características más salientes están:
-Crecimiento impresionante de la productividad del trabajo, eliminación de puestos de trabajo no sólo de operarios de baja, media o alta calificación, sino también personal jerárquico, (jefes, capataces, supervisores, especialistas, administrativos, etc.). Mayor cantidad de producción y mayor valor global de la misma y menor precio unitario de las mercancías.
-Esta tecnología es cada vez más costosa al punto que la necesidad de muchas fusiones de empresas y firmas que se hacen en estos tiempos están determinadas por la magnitud del monto que se requiere para incorporar nueva tecnología ( y esta incorporación no se puede evitar, pues si no se pierde en la competencia y efectivamente muchos quedan en el camino).
-La vida útil de esta tecnología es cada vez más corta, porque otro descubrimiento la supera en corto lapso de tiempo y nuevamente la competencia obliga.
Este desarrollo tecnológico está hoy, y desde hace tiempo en condiciones de sobresaturar de inmediato cualquier espacio o escasez que aparezca en el mercado, de cualquier tipo de mercadería. Es más, hoy están en condiciones de prever la aparición de esos espacios y en muchas ocasiones son los propios grupos económicos los que lo “crean”, dentro de las limitaciones insuperables del mercado solvente, con la publicidad, estímulos al consumismo, etc.
Esto determina un cambio cualitativo en la situación del capitalismo en cuanto a la crisis de superproducción, éstas ya no son cíclicas sino crónicas, lo que agudiza a extremos de vida o muerte la competencia, y en ésta caen como moscas las pequeñas, medianas y aún algunas grandes empresas y grupos económicos.
Los chicos y medianos que sobreviven lo hacen como parte orgánica de los grandes, de la gran producción que les requiere y compran su producción, pero, apoyándose en la feroz competencia que hoy existe, les fija los precios, les impide vender a otros, les pone cupos de producción, etc., o sea los condiciona en todo lo que a ella le interesa, convirtiéndolos en neoempleados y subordinados suyos, pero sin relación de dependencia, ya que mientras los negocios marchan, todo va bien, pero tan pronto como se traban, estos pequeños y medianos no tienen de dónde agarrarse y quedan librados a su suerte.
El elemento determinante de las relaciones sociales de producción son las formas de propiedad de los medios de producción y sin duda estas formas son monopólicas y cada vez más concentrados, más ramificadas y extendidas, ya no son los monopolios que abarcan una rama de la producción, o las sucesivas etapas de una rama, sino que cada uno de los grupos económicos más importantes se han extendido a varias y variadas ramas o rubros (y la tecnología actual posibilita extenderse con facilidad si se tiene el capital suficiente), a punto tal que todos están en todo, y los que se limitan o reducen ( como está sucediendo hoy en la Argentina con varios grupos económicos) a una o dos ramas es porque no puede competir con éxito por falta de capital suficiente; es así que el planeta les queda chico en todo sentido. Esto presupone en primer lugar, para lograr hacer o captar negocios, el poder económico, las relaciones, influencias y peso en el poder político y las relaciones de fuerza económicas entre ellos; por lo tanto los negocios y las “oportunidades” se deciden sólo por la fuerza. Esto ya lo señalaba Lenin en “El imperialismo, fase superior y última del capitalismo”, sólo que ahora está a la vista de todos.
Y bajo estas aplanadoras van quedando aplastados pequeños, medianos y hasta grandes empresarios, comerciantes, productores rurales, simplificando así la diversidad y reduciendo, en muchos casos, hasta eliminar las formas intermedias (eliminando con ello también las apariencias que ponían un velo a la realidad). Y así vemos descender de su posición económica y social a capas y clases enteras ( que ya no podrán levantarse más) que se descapitalizan por medio de esta verdadera expropiación; y vemos también desaparecer sectores estatales de la economía que pasan a manos de estos grupos económicos dominantes, sacándoles el disfraz y la careta a muchos líderes burgueses que se las daban de patriotas o nacionalistas y hoy entregan el patrimonio de sus naciones.
Antes de continuar hagamos una aclaración: el análisis de Lenin sobre el imperialismo monopolista fue escrito en 1916, en el mismo señala como fecha de nacimiento del imperialismo monopolista a 1903 y la mayoría de los datos, referencias, y libros citados en ese trabajo tienen fecha 1906-1912 más o menos; o sea Lenin estudia el nacimiento y el periodo infantil del monopolio, y en el capítulo primero dice: “Traducido al lenguaje común esto significa: el desarrollo del capitalismo ha llegado a un punto tal que, aunque siga “reinando” la producción mercantil y continúe siendo considerada como base de la vida económica, en realidad se halla ya quebrantada y el grueso de las ganancias va a parar a los “genios” de las maquinaciones financieras.
A nadie, y mucho menos a un economista, se le ocurriría hoy considerar que “reina” la producción mercantil o que ésta continúa siendo considerada como la base de la vida económica. Desde esa fecha hasta hoy ha pasado mucha agua bajo los puentes y el imperialismo monopolista no solo ha pasado su etapa infantil sino que ha madurado completamente hasta descomponerse. Por eso lo que a Lenin le costó muchos meses de trabajo y elaboración, la lectura de más de doscientos libros, revistas, estadísticas, etc., sobre el tema para desentrañar los contenidos, las tendencias, los rasgos del monopolio imperialista, hoy todo eso está a la vista de todos.
Este madurar completamente y descomponerse abiertamente se ve en cuanto a la propiedad y la producción en lo que antes decíamos:
-La producción está en condiciones de sobresaturar los mercados (solventes) en todos los rubros: se pasa de crisis de sobreproducción cíclica a CRONICAS.
- El poder económico y la extensión de los más grandes grupos económicos, cada uno de ellos a variadas ramas y rubros, no deja espacio a nadie y presupone una competencia al más alto grado: vida o muerte, lo que CAMBIA BRUSCAMENTE EL RITMO de ruina y desaparición de la pequeña, mediana y parte de la gran burguesía.
-Llegando a este punto, la anarquía de la producción y la economía, rasgo característico del capitalismo, se convierte en CAOS y, por lo tanto, en contradicciones en calidad y cantidad, en intensidad y onda expansiva nunca vista.
Veamos ahora que pasa en el mercado (la venta de lo producido). Ante todo aclaremos que mercado para el capitalismo es sólo aquella parte que tiene capacidad de compra, solvencia; esto depende, a su vez, de la relación entre los salarios o ingresos de la gente por un lado y los precios de venta de las mercancías o servicios por otro lado.
La solvencia de la población está determinada, en primer lugar, por la cantidad y el monto de los salarios, en segundo lugar por los ingresos de las capas medias y pequeña burguesía, y por último y en menor medida por los ingresos de los sectores más altos económicamente.
Los salarios están en baja en todo el mundo, y no sólo de los obreros y empleados, sino del personal inmediato y jerárquico; la cantidad de salarios se achica constantemente en la misma medida en que crece la desocupación; los ingresos de las capas medias y la pequeña burguesía baja en picada por la desaparición de una parte cada vez mayor de ella y por el achicamiento de la rentabilidad de los que aún sobreviven.
Mientras tanto, ¿Qué pasa con los precios de las mercancías? Están en baja y mucho. Sin embargo hay que tener en cuenta, por lo menos tres factores: a) que la baja nunca guarda relación con la proporción del achique de los salarios, ni con la baja en la rentabilidad en la pequeña burguesía y las capas medias y no puede guardar ninguna relación con el salario que no se cobra por la desocupación; b) esta baja se ve amortiguada por el creciente déficit de los Estados (imposible de parar en el capitalismo) lo que obliga al crecimiento sistemático, generalizado y cada vez más abarcatorio de los impuestos; c) si bien baja el precio unitario de las mercancías, con cada vuelta de incorporación tecnológica es más grande la cantidad de mercancías que se produce y mayor el valor global de la producción.
Así es que tenemos un achique abrupto del mercado (y cuya tendencia es a más achique: ahora mismo están planteados ajustes en todos los países), con un crecimiento también brusco de la producción; lo que obliga a trascender más y más las limitaciones del mercado nacional y aún regional, sobre todo a los más grandes grupos económicos del mundo.
Si bien esto no es nuevo en el capitalismo (lo que si es nuevo es la velocidad del proceso), hasta poco tiempo atrás las condiciones eran totalmente distintas: si bien se sucedían crisis cíclicas de superproducción, donde sucumbía una parte de la pequeña y mediana burguesía, lo que achicaba la parte de la producción no monopolista, otra parte de ella lograba sobrevivir y hasta, a veces, recuperar algo en el período de superación de la crisis y de cierto alivio y equilibrio en el mercado, con lo que la capacidad de consumo de estos sectores más o menos se mantenía. Además el mercado reflejaba las condiciones de una relación de fuerzas políticas entre clases que obligaban al capitalismo individual y al estado capitalista a ceder concesiones en salario, niveles de ocupación y otras conquistas, y por lo tanto, la pequeña y mediana producción tenía un proceso de desaparición lento y aún momentos de estabilidad e incluso de crecimiento. Hoy esas condiciones han desaparecido para no volver.
En la actuaidad nos encontramos con que este nivel de las fuerzas productivas y de la productividad de trabajo desborda todos los mercados nacionales y aún los regionales (continentales) y se encamina decididamente a lo que llaman la globalización del mercado empujado, impulsado y precipitado por la fluidez productiva, que requiere, obliga y exige a la misma fluidez en la venta; hecho este que se personifica y toma forma en la vida diaria en que el gran capital necesita el ámbito mundial para sus negocios, rompiendo y avasallando todo tipo de barreras, le falta oxígeno y lo busca donde esté, no importa si hasta ayer ese oxígeno era de otro. Y frente a esta realidad el capitalismo no puede ni podrá trascender fluida y armónicamente el mercado nacional y establecer mercados regionales (acá o allá saltan continuamente chispas, se producen cortocircuito, incendios, etc., por la feroz competencia. Sobre todo los países desarrollados se acusan mutuamente de dumping, competencia desleal, proteccionismo, contrabando, mafias, estafas, atentados, etc., etc.; de hecho hace varias décadas que intentan establecer esos mercados regionales y no lo logran). O sea, no logran aún trascender los mercados nacionales y establecer los regionales y ya la realidad les tiró encima el mercado globalizado mundial, llegando así a su punto más alto dentro del sistema, y creando una nueva y más alta contradicción, organizada como vimos en que quiere agrandar los mercados y se le achican los consumidores solventes. Lo que, lejos de resolver el problema lo agranda aún más.
Por eso, prescindiendo de los adelantos científicos cuya esfera es la técnica, en cuanto a las relaciones de producción, a la esfera estrictamente de las relaciones económicas, la tan mentada y agitada globalización no es otra cosa que el proceso del capital financiero internacional que necesita todos los negocios de cada país, ocupa todos los espacios desplazando a quien sea, aún a los grupos económicos monopólicos nacionales o locales, ésta y no otra es la esencia de la tan mentada globalización. Lo demás, son mecanismos de como llevar a cabo los planes de ése capital, como disputar las inversiones, etc.
Si ayer el capitalismo, aún en su fase imperialista, generaba desarrollo en zonas atrasadas del planeta, y hacía aparecer fábricas, empresas, comercios, etc., creando así burguesía y pequeña burguesía, personal superior, empleados, obreros, etc., hoy esa situación no solo se ha agotado, sino que vemos que el movimiento es inverso, hace desaparecer todo eso y lleva al marginamiento regional y social. Esto también demuestra que ha cumplido su ciclo.
Buen momento para recordar un pasaje del “Manifiesto del Partico Comunista” de C. Marx y F. Engels, que demuestra no solo la vitalidad, el rigor y vigor científico, sino la fuerza que se desprende de la vigencia y actualidad de sus tesis a casi 150 años de haber sido escrito, ¡¡ Escuchen!!: “las relaciones burguesas de producción y de cambio, las relaciones burguesas de propiedad, toda esta sociedad burguesa moderna, que ha hecho surgir como por encanto, tan potentes medios de producción y de cambio; se asemeja al mago que ya no es capaz de dominar las potencias infernales que ha desencadenado con sus conjuros. Desde hace algunas décadas, la historia de la industria y del comercio no es más que la historia de la rebelión de las fuerzas productivas modernas contra las actuales relaciones de producción, con las relaciones de propiedad que condicionan la existencia de la burguesía y su dominación. Basta mencionar las crisis comerciales que, con su retorno periódico, plantean, en forma cada vez más amenazante, la cuestión de la existencia de toda la sociedad burguesa. Durante cada crisis comercial, se destruye sistemáticamente, no solo una parte considerable de productos elaborados, sino incluso las mismas fuerzas productivas ya creadas. Durante las crisis, una epidemia social, que en cualquier época anterior hubiera parecido absurda, se extiende sobre la sociedad: la epidemia de la superproducción.
La sociedad se encuentra súbitamente retrotraída a un estado de súbita barbarie. Diríase del hambre: que una devastadora guerra mundial la ha privado de todos los medios de subsistencia, la industria y el comercio parecen aniquilados. ¿Y todo eso por qué?. Porque la sociedad posee demasiada civilización, demasiados medios de vida, demasiada industria, demasiado comercio. Las fuerzas productivas de que dispone no la favorecen ya al régimen burgués de la propiedad, por el contrario, resultan ya demasiado poderosas para estas relaciones que constituyen un obstáculo para su desarrollo; y cada vez que las fuerzas productivas salvan ese obstáculo, precipitan en el desorden a toda la sociedad burguesa y amenazan la existencia de la propiedad burguesa. Las relaciones burguesas resultan demasiado estrechas para contener las riquezas creadas en su seno. ¿Cómo vence esta crisis la burguesía? De una parte por la destrucción obligada de una masa de fuerzas productiva; de otra por la conquista de nuevos mercados y la explotación más intensa de los antiguos. ¿De qué modo lo hacen pues? Preparando crisis más extensas y violentas y disminuyendo los medios de prevenirlas”.
Solo nos resta preguntar: ¿A que nivel está hoy el desarrollo de éstas crisis del capitalismo? Antes de responder esto, veamos cómo atravesó este siglo y medio para arribar a su situación actual. Para esto hay que tener en cuenta que, como decíamos antes, el capitalismo de la libre competencia se transformó en el capitalismo del monopolio imperialista. Para esto volvamos a Lenin y a la vigencia indiscutible de sus tesis sobre la nueva y última etapa del capitalismo: “El rasgo característico del imperialismo no es el capital industrial, sino el financiero”…” La necesidad de explotar capitales obedece a que en unos pocos países el capitalismo “ha madurado demasiado” y el capital (debido al atraso en la agricultura y la miseria de las masas) no encuentra campo para inversiones “lucrativas”… “la exportación de capitales influye en el desarrollo del capitalismo en que aquellos países a los que ha sido exportado, y lo acelera extraordinariamente. Por consiguiente, si bien la exportación de capitales puede, hasta cierto punto, tender a frenar el desarrollo en los países exportadores de capital, ello solo puede hacerse expandiendo e intensificando el desarrollo del capitalismo en todo el mundo”.
O sea que, procesos de desarrollo fueron acrecentando la acumulación y concentración del capital, a su vez las crisis operaron como colador en las cuales salían ganadores, luego de cada una de ellas, los más fuertes económicamente, la repetición de estos procesos condujeron inevitablemente a la aparición del monopolio, y esta última etapa del capitalismo siguió su proceso, desarrollándose en medio del parasitismo y la descomposición, y ya no bastaron las guerras locales para resolver las condiciones, ¡No!, hicieron falta dos guerras mundiales; ese capital financiero desarrolló el capitalismo en todos los rincones del planeta, para extraer de allí sus ganancias; pero también este ciclo se agota rápidamente, hoy ya el planeta le queda chico y necesita desplazar a “todo el mundo” y por eso las contradicciones están a su máximo nivel.
Que el proceso del capitalismo siguió y llegó ya a un punto en que le es imposible no desarrollar las fuerzas productivas, sino manejar las actuales y que los reyes financieros y el capital financiero, parasitario y usurero (luego hablaremos de esto) tienen la manija en el capitalismo actual y que ya no hay ninguna posibilidad de volver atrás, lo dicen hoy los más lúcidos representantes del sistema. Oigamos a Lester Thurow uno de los economistas de mayor prestigio de la “crema” americana, asesor del presidente Clinton y ex miembro de la comisión trilateral, dice: “Dicho de otro modo, el capitalismo norteamericano necesita un trasplante de corazón. Los traficantes financieros que se han convertido en el corazón del capitalismo norteamericano tienen que ser apartados y sustituidos por capitalistas reales que pueden convertirse en el corazón de un renacimiento industrial norteamericano. Lo que falta en EE.UU es el auténtico capitalista de viejo estilo: esos grandes inventores de antaño, que a menudo inventaron las tecnologías que ellos mismos aplicaron, y cuya riqueza personal estaba ligada de modo inextricable con el destino de sus gigantescas empresas. Se extraña su ausencia”…”Hoy con muy pocas excepciones, los capitalistas de viejo cuño han desaparecido y no es posible resucitarlos”.(Libro: ” Las guerras del siglo XXI” pag. 328) Para explicar a qué nivel han llegado las contradicciones, ¿ hace falta algo más?.
III
Mientras tanto, ¿qué sucede con la rentabilidad, con la tasa de ganancia y superganancia monopolista?
La tasa de ganancia es el porcentaje de ganancia que obtiene el capitalismo con respecto al total del capital invertido. Este capital se comprende de:
a) Materias primas, maquinarias, energía eléctrica, instalaciones, etc. Todo lo cual traslada su valor al producto sin aumentarlo, por eso se llama capital constante.
b) La mano de obra o fuerza de trabajo, éste sí, en el curso del trabajo le agrega al producto más valor del que costó adquirirlo, o sea varía el valor, el uso de la fuerza de trabajo le agrega valor al producto, por lo que se llama capital variable.
La ganancia sale sólo, y no puede salir de ningún otro lado, del excedente de trabajo no retribuido a éste, por lo tanto de la parte del capital que se invierte en mano de obra o sea del capital variable.
¿Qué pasa hoy con la relación entre estos dos capitales? Hoy la inversión tecnológica es cada vez más costosa y su ciclo de vida más corto, lo que presupone una reposición más rápida, por lo que crece la parte de inversión en capital constante, o sea la parte de inversión que no genera nuevo y mayor valor, sino que repone sólo lo que costó. Y como a la misma vez esa tecnología es más productiva, desplaza mano de obra, anula puestos de trabajo, o sea produce más con menos mano de obra.
El resultado de todo es que se agranda la inversión en lo que no genera ganancia (sino que sólo repone su valor), y se achica la parte de inversión en lo que sí genera ganancia. A la misma vez la mayor productividad del trabajo, que trae consigo esa tecnología, baja el precio unitario del producto, y sube el valor global total de lo producido, (porque en general produce más).
Ahora bien, ¿en qué condiciones se asentaba y se hacía posible la superganancia monopolista?
1- En la diferencia en el costo de la producción entre monopolista y la no monopolista, es decir las ventajas de la producción monopolista: comprar en mayores cantidades (lo que asegura precio más bajo), producción combinada, tecnología más moderna, crédito más barato, etc., le aseguraba un costo de producción mucho menor que la no monopolista.
2- El mercado necesitaba toda o casi toda la producción, tanto la monopolista como la que no lo era, y por lo tanto esta última tenía que tener un margen aceptable de ganancia (por así decirlo), si no no le convenía producir.
De allí que al vender al mismo precio, o casi, y tener un costo de producción mucho menor, el monopolio se aseguraba una superganancia, por lo tanto, podemos decir que la existencia de la producción pequeña y media ( no monopólica), y el hecho de que el mercado la necesite, se convertía en el soporte de la superganancia monopolista.
¿Qué sucede hoy? La crisis crónica de superproducción, el achicamiento del mercado solvente crean condiciones altamente tóxicas para la supervivencia de la producción pequeña y media (no monopolista) y, por lo tanto, corroe ese soporte de la superganancia minimizando su efecto y tendiendo a destruirlo; hoy en el mercado chocan monopolios eliminando los espacios y el oxígeno para la producción no monopolista y por lo tanto la tasa de ganancia va perdiendo ese carácter y tiende nuevamente a ser Tasa de Ganancia Media. La feroz competencia hace lo demás, es imposible mantener una tasa estable de ganancia en condición crónica, que lleva a una muy aguda y cada vez más creciente competencia. Resultado: la tasa de ganancia, aún la de los monopolios tiende a entrar en caída libre.
Por ese lado también el sistema capitalista demuestra su agotamiento.
IV
Esta situación de la tasa de ganancia en baja, sumada al hecho de la dificultad creciente para realizar (vender) la producción y la feroz competencia que de ella deriva obliga a que, en busca de seguridad en el beneficio, se desplacen cada vez más enormes sumas de capital excedente hacia la especulación dejando la esfera productiva, rompiendo así las proporciones “normales y lógicas” entre uno y otro capital, ya que el interés del capital especulativo (o sea su ganancia) sale también de la plusvalía o trabajo no retribuido al obrero; y, como vimos, esta plusvalía (a pesar de que crece enormemente, en términos absolutos) si no puede ya asegurar una tasa de ganancia alta al conjunto del capital productivo en funciones, mucho menos podrá asegurar una tasa de ganancias “lógica” al conjunto de ese capital productivo, más a un capital 4 ó 5 veces mayor que gira en lo especulativo; de aquí que diariamente salten chispas, aparezcan focos de incendio, explosiones y conflictos, enormes estafas y frustraciones, etc., en el sistema financiero de todo el mundo. Este capital sólo “encuentra salida” girando en el “vacío” en los negocios mafiosos, las estafas financieras, los negocios a término sin base, en los “negocios redondos” de lavado de dinero y tráfico de drogas, tráfico de armas, tráfico de bebés, etc., hoy el sistema bancario está metido hasta el cuello en todo lo sucio y putrefacto comandado por una banda de inescrupulosos ladrones de guantes blancos y no tan blancos. De manera que el capital usurero, especulativo bancario en lo fundamental se ha despegado de lo productivo, succiona de éste pero no puede ser ya la fuente principal de sus ganancias.
Pero el capital monetario, rentista, usurero, tiene dos formas más de succión y las dos chocan fuertemente con los intereses de los grandes grupos económicos del capital productivo:
1-La deuda externa: el crecimiento permanente de la deuda de los países y, por lo tanto, el crecimiento de los intereses de la misma que hay que pagar, acogotan aún más el mercado interno; por otro lado exigen que, para poder pagar, se importe menos y se exporte más (para tener saldo comercial favorable en el cual poder pagar); lo que choca con los intereses de los grandes capitales de la producción mundial, quienes necesitan que fuera de ellos nadie produzca, y todo el mundo se convierta en un gigantesco mercado para sus productos.
Mientras tanto, esta deuda crece en todo el mundo, aún en los países del llamado primer mundo. Resultado: todo el mundo se va convirtiendo en deudor de un puñado de magnates financieros mundiales que obstaculizan, deforman, arruinan e impiden el desarrollo de la sociedad humana, se va llegando a una encrucijada inexorable: o ellos o la sociedad humana.
2-El capital llamado “golondrina”, en realidad un nombre simpático para designar un fenómeno siniestro, que no expresa ni su contenido ni su función, el nombre para expresar esto es “capital vampiro”. Este llega, succiona y más temprano que tarde se va y se lleva gran parte del fruto del trabajo de millones y millones de personas; con lo que además de las consecuencias de miseria, rebaja de salarios, desocupación, también achican el mercado interno.
Toda esta política convierte a los magnates financieros, sin patria ni bandera, en los dueños de la situación, que hoy exigen que se les entreguen las empresas del Estado, mañana las riquezas naturales, pasado mañana que se les entreguen los negocios que hoy tiene la alta burguesía del país (ley de patentes medicinales , reforma bancaria para concentrar en sus bancos, desregulación de las obras sociales, privatizar la jubilación, entrega del Banco Provincia, del Hipotecario y el Nación, etc., etc.); y en el terreno fiscal, que se empiece a apretar a los sectores altos de la economía que siempre evadieron, porque con la recaudación tradicional no alcanza; pero, como se agotó la tradicional, se agotará también esto. Y así avanza más hasta agotar los espacios, generando contradicciones a granel.
Hay que tener en cuenta que dentro del sistema capitalista, el capital financiero internacional es el dominante y no se puede impedir que así sea, porque como es lógico, dentro del sistema impone y gana el que más capital tiene; mucho menos volver atrás, al pasado.
Todo esto demuestra la contradicción insalvable entre la continuidad del sistema capitalista y el desarrollo y progreso de la sociedad humana.
CONCLUSION
Por todo lo expuesto podemos definir los rasgos fundamentales del modo de producción capitalista en la actualidad diciendo:
1-Incapacidad del sistema no sólo para desarrollar las fuerzas productivas sino, además, de impedir o detener el proceso de destrucción permanente, acelerado, en crecimiento e irreversible (dentro del sistema) que se da al interior de éstas.
2-Salto en calidad de la crisis de superproducción: las sucesivas crisis cíclicas en períodos de tiempo cada vez más cortos culminaron, como no podía ser de otra manera, en crisis crónicas.
3-La anarquía de la producción, rasgo típico del capitalismo durante toda su vida, en esta etapa se transforma, como consecuencia de lo anterior, directamente en caos.
4-El proceso de extinción brusca de la pequeña y mediana burguesía trae como consecuencia que, a pesar del enorme aumento de la cuota de plusvalía (trabajo del obrero no retribuido), desaparezca el soporte de la superganancia monopolista, de modo que la tasa de ganancia, aún la monopolista, entra en caída libre sin barreras que la detengan ú obstaculicen.
5-La globalización del mercado que el nivel de producción impone y necesita no es posible alcanzar en el capitalismo, que no puede, ni podrá concretar en los mercados regionales, lo que genera contradicciones a granel y de una intensidad nunca vista; así la globalización del mercado que debería se el punto más alto de la integración mundial, trae como consecuencia justamente su contrario: la desintegración entre países y al interior de cada país.
6-Las dificultades que crea la crisis crónica se superproducción para la realización (venta) de la mercancía, sumado a la caída vertical de la tasa de ganancias, “obliga” a desplazar capitales de la esfera productiva a la especulativa, para asegurar y elevar los beneficios, las repeticiones de éste ciclo llevaron a que este capital especulativo adquiera una dimensión varias veces mayor que el capital en funciones productivas, lo que rompió ya hace tiempo las proporciones lógicas entre uno y otro. Así es que el capital especulativo adquiere “vida propia”, se “despega” del productivo, lo que lo lleva a succionar capital muerto, plusvalía pasada que pertenece a otros, cosa que a su vez también tiene sus límites; y a meterse en todo tipo de “negocios”, sucios y negros; drogas, armas, tráfico de bebés y niños, etc., etc.; y como se trata del capital dominante impregna, empapa todo el sistema y sus relaciones con este proceso putrefacto.
Estos son los rasgos fundamentales del capitalismo, lo que demuestra que no sólo no puede desarrollar la sociedad humana, ni siquiera puede mantenerla en el nivel de deterioro actual, sino que aseguran que la decadencia material y moral seguirá profundizándose hasta límites en que la barbarie sea un juego de niños, ya que la barbarie con el nivel de tecnología actual plantea la seguridad de que no podrá sobrevivir ni la sociedad humana ni su hábitat natural.
La segunda parte de este trabajo se tratará sobre cómo actúa esta situación actual de la economía del capitalismo sobre la superestructura, sobre la situación de las clases, sobre las crisis políticas y sociales, sobre los problemas de la democracia y la dictadura del proletariado.
