UNA REFLEXION SOBRE EL PROCESO CIVICO-MILITAR. ¿DE QUE PROCESO SE VENIA? ¿PORQUE Y PARA QUE SE LUCHO? ¿SIGUEN VIGENTES SUS CAUSAS? ¿TRAJO CONSECUENCIAS POLITICAS, ECONOMICAS Y SOCIALES?
Desde hace tiempo viene sucediendo que los problemas que nos impactan y se atropellan unos a otros. Y con igual velocidad de debate surge alguno al primer plano y en breves días es desplazado por otro que impacta, y así quedan abiertos los temas y sin solución los problemas; por eso al tiempo retornan al primer plano para volver a ser desplazado por otro. Uno de esos temas es la dictadura, los derechos humanos, etc.
I - ¿Por qué se reavivó el tema?
Luego del juicio al represor Etchecolatz despareció uno de los testigos que prestó testimonio. El juicio y la desaparición repuso en el primer plano el tema.
¿Es necesario, después de tantos años, insistir con el juicio a los represores? Veamos: ¿se encontraron todos los bebés nacidos en cautiverio y robados?, ¿no saben los represores dónde fueron a parar esos bebés?, ¿no sería fácil encontrarlos a partir de los testimonios de los mandos de los lugares donde desaparecieron, torturaron y asesinaron a sus padres?, ¿colaboran esos ex jefes militares para encontrarlos? La respuesta es No. Y la mayoría de esos bebés, hoy adultos, siguen sin ser encontrados; y sin saberse de la suerte de centenares y miles de personas, ni dónde están sus restos, etc. El país y la sociedad de hoy, con los serios y graves problemas que tiene, con la degradación y la corrupción de las instituciones y sus dirigentes, también es resultado de esos procesos. Con todo eso pendiente es inútil cerrar el tema, como se intentó con las leyes “Punto final” y “Obediencia debida”. Y la desaparición del testigo evidencia que el problema no es del pasado, que sigue la impunidad, el atropello a la sociedad, etc.; y ya no estamos en la supuesta guerra que se esgrime como argumento para haber procedido así.
II - ¿Sobre qué se está debatiendo?
El debate se concentra en la represión ilegal y terrorista del Estado en la dictadura militar. Y frente a eso: Clarín, 4/6/06, pag.5, “Entrevista a Cecilia Pando, esposa de un mayor separado del ejército: No fue una guerra que empezaron los militares, la empezaron los terroristas. Igual, digo, si hubo excesos y abusos que se juzgue de uno y otro lado. Pero no hay ley pareja”.
Clarín, 4/6/06, pag.5, Horacio Jaunarena, ex ministro de defensa: “Si nuestro presidente, en lugar de insistir en un mensaje parcial de nuestra historia de los años 70, ensayara uno comprensivo y totalizador, no solo se acercaría a la verdad histórica, sino que también apaciguaría ánimos y mitigaría dolores”.
Clarín 4/10/06, pág. 6, “Un grupo procesista publicó una carta del último presidente de la dictadura, el Gral. Reynaldo Bignone, que insta a los que defienden lo actuado en los años de plomo a que “terminen lo que nosotros no supimos ni pudimos terminar”. El texto apareció como columna semanal en el sitio web de “Argentinos por la Memoria Completa”.”
Se discute del 70 al 83, y dentro de eso solo la forma en que se luchó, si hubo “excesos”, etc., de uno o de ambos lados, y queda fuera del debate: por un lado, el período anterior al 70 y el posterior al 83, con lo cual nada sabremos de por qué y cómo se engendró lo que pasó en los 70, y tampoco sobre las consecuencias actuales de esa lucha y su desenlace; por otro lado, del 70 al 83 nada sabemos de por qué y para qué se luchó. Como si no hubieran estado en juego cuestiones económicas, sociales, culturales, nacionales, etc.
Además, la que se conoció como guerrilla no fue la única forma de lucha. En el total de acciones hubo amplia mayoría de luchas sociales y reivindicativas, y sus dirigentes, que no actuaban en forma armada ni clandestina, fueron blanco de la misma represión brutal y salvaje: cárcel, desaparición, tortura y asesinato.
Al ignorar el por qué y para qué se peleó, quedan ocultos los intereses económicos en juego, y los personajes centrales: el gran poder económico interno e internacional; y al desgajar ese período de lo anterior y posterior no se percibe que el factor determinante que anuda los tres períodos es el mismo: los intereses del gran capital local u extranjero, y así se diluye la responsabilidad del poder económico en los hechos anteriores y en los problemas actuales. ¿Es completa esta “memoria” o es incompleta, parcial y unilateral?
Comencemos, entonces, por ver:
III – El proceso económico y político anterior a 1970.
A – El proceso económico
Junio de 1966, golpe de Estado militar. Escuchemos al General de División (grado inmediato inferior al Comandante en jefe, por ende integrante de la cúpula superior de esa fuerza) Juan Enrique Guglialminelli; libro “120 días en el Gobierno”, Buenos Aires 1971:
Pág. 8: … “en junio de 1970 los sectores sociales, sin exclusiones, se apresuraron a reclamar el cambio. “La modificación cambiaria deja a la industria argentina sin protección” protestaba la Unión Industrial Argentina; la Confederación General Económica reclamaba una “urgente revisión de la política económico-social”; “La persistencia de esta política económica constituye una provocación para los argentinos” señalaba la CGT; “reclamamos una economía en permanente transformación” puntualizaba el movimiento Campo Unido.
Los trabajadores y empresarios se expresaron entonces con claridad. Pero seis meses después, ya en marcha las medidas que deben concretar en hechos los lineamientos de la política económico-social del equipo que asumió la responsabilidad a fines de octubre de 1970, continúa la angustia de los bajos ingresos frente al acelerado aumento del costo de la vida en los sectores obreros, en la clase media en relación de dependencia y en los jubilados. Los empresarios mantienen su protesta frente a la insuficiente protección arancelaria, los altos impuestos y, no obstante ciertas medidas, la inadecuada política crediticia … no se ha revertido el proceso de disgregación geoeconómica y social causado por el empobrecimiento de las regiones del interior y por los enfrentamientos entre sectores y clases. Continúa la penetración monopolista y no hay signos de que se haya llegado al final del proceso de desnacionalización, ni que vuelvan a nacionalizarse empresas e instituciones en particular las del sector bancario. Se mantiene la dependencia externa en el abastecimiento de productos básicos y continúa anquilosándose el vetusto aparato productivo nacional. Crece el déficit presupuestario y se hace poco o nada para liquidar las conocidas usinas del mismo. Finalmente prosigue en ascenso la curva de los quebrantos comerciales, y se pone en situación de liquidación a la empresa argentina mediana y pequeña.
Los discursos, las cincuenta obras previstas y el incremento de una burocracia donde abundan las comisiones de estudio y análisis no constituyen más que una cortina de humo destinada a disimular las más agudas aristas de la estrategia de los intereses del statu quo.
En estas condiciones no es extraño que todos los sectores sociales se alineen contra el gobierno por encima de sus diferencias ideológicas y terminen volcando su frustración sobre las Fuerzas Armadas como responsables de la crítica situación nacional.
Pág. 46: “Todo el sacrificio, todo lo bueno que se ha hecho, porque ha habido algunos éxitos en las obras públicas, etc., y se han reducido, además, esas pautas inflacionarias que hemos tenido, se han hecho a expensas de la mayoría del pueblo argentino, de la industria nacional. Y los grandes beneficiarios fueron los financistas internacionales, las grandes corporaciones internacionales y sus empresas subsidiarias en la Argentina.
… en los lugares donde había más desarrollo había más problemas y tensiones sociales. Efectivamente, es así, porque el progreso y el desarrollo despiertan las realidades de la vida y los potenciales que cada hombre tiene. Seguramente en la edad media solo tenían inquietudes los patrones, pero en este momento ya no se puede evitar que la tengan los demás.
Y si queremos tranquilidad absoluta, entonces tenemos que hacer de este país un gran cementerio.
Pág. 82: del texto de la renuncia al Consejo Nacional de Desarrollo: “era claro que el poder de decisión del Estado estaba interferido, cuando no en manos de personas vinculadas con los monopolios internacionales.
Los ahorros internacionales, fruto del esfuerzo argentino, resultan no pocas veces, manejados contra el interés nacional. Y como si ello no bastara paquetes accionarios de importantes empresas sometidas al doble cerco de la voracidad fiscal y falta de crédito pasaron a manos extranjeras. Presenciamos en realidad un verdadero despojo, que nada tiene que ver con auténticas inversiones externas. Lo que es peor, el “vaciamiento” operado se disimuló con una hábil acción psicológica externa e interna, que engañó a importantes sectores de la opinión pública”.
B – El proceso político
Escuchemos al Comandante en jefe del Ejército y Presidente de la Nación hasta 1973 Alejando A, Lanusse, autor del libro “Mi Testimonio”, Laserre Editores, 25-5-1977, pág. 266:
“El fondo de la crisis política argentina estaba representado, al menos desde 1955, en intentar que el país tuviera un sistema republicano y democrático en vigencia, sin dejar que la gente, toda la gente, expresara libremente sus preferencias. Las Fuerzas Armadas, por ejemplo, no querían ejercer una dictadura, y se habían alzado en 1955 contra Perón en nombre de la democracia y la libertad. Pero las Fuerzas Armadas -e importantísimos sectores civiles- tampoco querían que gobernara otra vez el peronismo, que era la mayoría o que era la primera minoría. Esa contradicción evidente, esencial, básica, había impuesto una tremenda distorsión a la vida institucional del país: había contribuido en mucho a caotizar el desarrollo político de la República. El 23 de febrero de 1958, por ejemplo, el doctor Arturo Fondizi ganó las elecciones obteniendo casi la mitad de los votos, pero su partido, según se había demostrado en los comicios previos para constituyentes, congregaba a menos de la cuarta parte del electorado. El gobierno posterior de José María Guido fue simple fachada (sin que nadie se llamara a engaño, tampoco el mismo presidente) de fracciones militares que se sucedieron en el ejército del poder real. El doctor Arturo Illia, por fin, llegó a la magistratura con el 25% de los votos debido a la abstención peronista, resultante de una real proscripción de su participación política. Las consecuencias durante los gobiernos de Frondizi y Guido fueron decenas de planteos y conspiraciones militares con intentos de golpes y golpes triunfantes, con -inclusive- cruentos enfrentamientos en las Fuerzas Armadas”.
El primer párrafo es para confundir incautos, sobre todo en las Fuerzas Armadas, y hacerles creer que luchaban por la libertad y la democracia. ¿Cómo luchaban? ¡¡Impidiendo que la mayoría se expresase!! ¿Con qué métodos? Cárcel, tortura y asesinato (el hecho de que la última dictadura haya sobrepasado a las anteriores en salvajismo represivo no disminuye la ferocidad represiva de las anteriores). ¿La libertad y democracia de quiénes defendían las Fuerzas Armadas? ¿No será la de quienes se beneficiaban por los planes económicos impuestos por esos gobiernos de las FF AA: las multinacionales extranjeras y el gran capital local?
Según Lanusse la crisis política era engendrada por la preferencia popular mayoritaria por el peronismo y la negativa de las FF AA a que gobernara ese partido, pero entonces ¿cómo explicar que durante gobiernos radicales como Frondizi y Guido, que era un pelele de los militares, hubieran planteos y conspiraciones militares?, y menos aún el golpe militar de 1966 contra el presidente radical Arturo Illia, a quien nunca nadie pudo acusar de corrupto, de no respetar las libertades públicas, ni había crisis económica; y para llevar a cabo ese golpe los militares ¡¡buscaran y consiguieran la complicidad de gran parte de la dirigencia peronista!!. Es cierto que las elecciones que consagraron presidente a Arturo Illia fueron viciadas, pues estaba proscripto el peronismo, ganador seguro de cualquier elección en esos tiempos, y en esa proscripción mucho tuvieron que ver los militares. (De paso digamos que la dirigencia radical aceptó esa proscripción que los dejaba en la puerta del gobierno. Luego la dirigencia peronista le devolvió el cumplido bendiciendo el golpe militar contra Illia y participando en la asunción de Onganía. Sería motivo de otra nota analizar las complicidades y el oportunismo sin principios de las dirigencias políticas).
Pero la crisis política del país se remonta, por lo menos, hasta el primer golpe militar contra Irigoyen el 6 de septiembre de 1930. Veamos qué dice el periodista Rogelio García Lupo en su libro “Mercenarios y Monopolios en la Argentina de Onganía a Lanusse, 1966/1973”, Ed. Achaval Solo, 1973, Pág. 48: “El General Mosconi y el Nacionalismo Petrolero” (Artículo publicado en CGT, Buenos Aires 1968): El golpe de Estado de Uriburu arrojó a Mosconi a la cárcel, lugar desde donde renunció a la presidencia de YPF. Y tanto Uriburu, como su vicepresidente y cinco ministros más, estaban relacionados como accionistas, socios territoriales o abogados con la Standard Oil”.
“Desde 1927 existía una ley de nacionalización del petróleo, que Mosconi había impulsado y que ese año se aprobó en la Cámara de Diputados, Pero para convertirse en ley faltaba la aprobación de la Cámara de Senadores, reducto de los abogados del capital extranjero y de la oposición antirradical. El gobierno del presidente Hipólito Yrigoyen, mientras se demoraba la sanción de la ley, procuró disminuir la importación de petróleo desde los países controlados por el monopolio e invitó a Buenos Aires a una misión comercial soviética. Se hablaba oficialmente de cambiar petróleo ruso por productos argentinos.
En todo caso, la inminencia de las elecciones, fijadas para el 7 de diciembre de 1930 y la presencia de la misión comercial soviética precipitaron el golpe de Estado que estalló el día anterior a las elecciones, en las que presumiblemente el gobierno habría ganado el control del senado para completar la ley petrolera nacionalista. La ley murió, los rusos fueron expulsados del país, Mosconi fue a la cárcel y un gobierno constituido por miembros de las compañías petroleras ocupó el poder”.
Otra vez los grandes monopolios capitalistas saqueando al país usaba como instrumento un gobierno de las FF AA, y dan el golpe ¡¡el día anterior de las elecciones!! Eso se llama “jugarse por la democracia”. Para eso, encarcelaron al General Mosconi, como en 1956 otro golpe fusiló al General Valle.
Volvamos al golpe de 1966; lo cierto es que Onganía prohibió los Partidos Políticos, la actividad sindical, disolvió el Congreso, reprimió la Universidad, provocando su vaciamiento y el éxodo de profesionales de alta calificación para beneficio de otros países y perjuicio de la Argentina, Clarín, revista VIVA, 10-9-06:
“Sebastián Amigorena, biólogo argentino, su familia se había exiliado en 1966 tras La Noche de los Bastones Largos. En París dirige una unidad de investigación del Instituto Curie, un centro de prestigio mundial. Sus trabajos lo llevaron a la Academia de Ciencias de Francia. A Amigorena le impresiona la cantidad de científicos argentinos que estaban dando vueltas por el mundo. “Si los juntas a todos, los traes con plata, la Argentina se vuelve una potencia científica a nivel mundial. Pero no hay voluntad política para que la investigación científica exista”, se lamenta.”
Sobran las palabras y los cargos a la dictadura de Onganía, pues el éxodo comenzó con esa “Noche…” En síntesis: al momento de surgir la guerrilla existía en el país una dictadura militar surgida de un golpe de Estado, que había derrocado a un gobierno que formalmente era irreprochable, esta dictadura militar anuló las libertades públicas, las garantías constitucionales, los canales de expresión popular, o sea, había violentado y militarizado la sociedad, ¿hay que incluir o no todo esto en la memoria “completa”?
En conclusión de esta primera parte:
1 - El comienzo de los choques armados fue precedido por un período que se caracterizó por el despojo al país y al pueblo y la represión cruel del movimiento popular, incluido la represión puntual a militares que no aceptaron esos planes y políticos antinacionales y antipopulares.
2 - Se peleó porque los intereses del gran capital local e internacional y los intereses populares están en contradicción. Ese gran capital encontró en la dictadura quien sirviera y defendiera sus intereses.
3 - ¿Y para qué se peleó?: del lado popular contra escandalosas injusticias y para resistir el robo al país y al pueblo; del lado de la dictadura para aplastar toda resistencia a los planes que beneficiaran al gran capital local e internacional.
4 - Esos planes eran impuestos sin aval popular y contra las preferencias populares, sostenidos solo en la represión ejercida por gobiernos ilegítimos avalados por las FFAA. Veamos ahora:
IV – La forma en que se luchó
Recordemos lo advertido por el General Guglialmelli:
Pág. 8: “…el fracaso de las FFAA en la emergencia las afectará de manera profunda e inexorable frente a toda la comunidad”, … “Se entiende que todos los sectores sociales terminen volcando su frustración sobre las FFAA como responsables de la crítica situación nacional”, … “Y si queremos tranquilidad absoluta entonces tenemos que hacer de este país un gran cementerio”, … Pág. 83: “Hacer la revolución es tarea de todos los sectores, en particular de las FFAA. Pero si éstas no "se alinean correctamente, si no cumplen con su función histórica, pueden ser responsables de los más crueles enfrentamientos.”
Esto fue escrito en 1971, y ya advertía sobre que la responsabilidad de lo que pudiera ocurrir recaería en la actitud y alineamiento de las FFAA. Veamos ahora que dice Alejandro Lanusse en el libro citado:
Pág. 17: “Las formaciones terroristas de izquierda, en la década del 70, se alimentaron en gran medida (casi exclusivamente en un caso) con militantes de grupos de choque que anteriormente estaban al servicio de la extrema derecha. Es suficiente revisar los nombres de los activistas de la organización que inició sus acciones con el asesinato del General Pedro E. Aramburu, e inclusive, detener la atención sobre los antecedentes de muchos miembros de la organización guerrillera trotskista.
Pág. 39: “en el colegio Militar se presentaba la evidencia de que extraños hechos estaban en desarrollo. El 24 de abril, en fin, el allanamiento de un departamento ubicado en la calle Paraguay, en la ciudad de Buenos Aires, introducía hechos políticos nuevos que debían llevarnos, inclusive a modificar la forma cómo razonábamos hasta entonces con respecto a determinados problemas.
Las publicaciones de la época calificaron como desconcertantes los descubrimientos realizados a partir del allanamiento realizado en la calle Paraguay. Una figura joven de activa militancia en la extrema derecha -el dirigente universitario Carlos Caride- aparecía formando parte de una organización considerada subversiva. Otro de los detenidos estaba estrechamente conectado a grupos y personas totalmente alejados de las líneas insurreccionales conocidas. Y, finalmente, alguien acusado de militante fascista a nivel de coordinación internacional, era vinculado al mismo problema. Asombrado, un órgano de prensa informó preguntando: los conjurados “en apariencia son nacionalistas extremistas. ¿Quién podría, a esta altura de las cosas, decir de qué extremo?”. Casi todos los detenidos habían abrevado ideológicamente -señalaba la información- en un grupo que se había especializado en el antimarxismo más virulento y que, en virtud de ese antimarxismo, había contado con el estímulo de personas tan influyentes como insospechadas.
Considerar que todos los militantes ultraderechistas que aparecían vinculados con la subversión habían sido habilísimos simuladores desde el momento casi infantil de sus vidas en que se habían incorporado a organizaciones nacionalistas de tipo extremista, sería una simpleza que nadie atinó a enunciar. El proceso ideológico que llevó esta mutación fue profundo, aunque en muchos casos -como resultado de la rapidez con que se desarrollaban los acontecimientos- sumamente acelerado. Podría intentarse explicar que:
a – Las condiciones regionales y nacionales favorecían de distinta forma una expansión del disconformismo juvenil.
b – El acostumbramiento de esos sectores a la idea de violencia -y aún, el ejercicio esporádico de la misma- había hecho fácil llegar a un punto en que solamente quedara por cambiar el signo con que se operaba.
Pág. 102: …ese mismo 29 de mayo, una banda subversiva, formada por algunos hombres instruidos en la extrema derecha, secuestraban al teniente general Pedro E. Aramburu.
Como vemos el origen de la formación de gran parte de los militantes que pasaron a la acción armada directa era nacionalista de derecha, fascista y/o clerical, como grupo de choque, es decir, la formación ética y moral de esos militantes provino de ese origen, e incluso del Colegio Militar. Mientras esas formas y métodos, derivadas de esa formación ética y moral, se aplicaba contra el movimiento obrero, estudiantil, popular o contra la izquierda, era considerada por la sociedad oficial y sus instituciones como defensa de la democracia y la libertad. Cuando esos grupos aplicaron esos métodos contra esa derecha pasaron a ser métodos aberrantes. Luego la derecha, culpó a la izquierda o al movimiento popular por ese proceder que ella había engendrado. Por lo cual la derecha tiene la mayor y decisiva responsabilidad por la forma en que se luchó. Lo dicho no implica juicio de valor sobre los militantes sino constancia de hechos y circunstancias.
Y no tenemos espacio para tratar el tema de la triple “A”, organización asesina, parapolicial y paramilitar, que coordinaba su acción con las fuerzas de seguridad oficiales quienes, entre otras cosas, liberaban la zona para el accionar de ese grupo, que asesinaba no tanto a guerrilleros sino principalmente a dirigentes y activistas barriales o sindicales, que actuaban abiertamente, indefensos y a cara descubierta luchando por reivindicaciones. Es cierto que esta organización fue creada por López Rega, ministro del gobierno peronista con Cámpora, con Perón y con Isabel Perón, pero eso no puede ocultar la responsabilidad y complicidad de las FFAA y los organismos de seguridad, y de los grandes capitales trasnacionales, de la CIA y la embajada yanki.
No hay que negar ni ocultar la existencia en el accionar popular y de la izquierda de errores y horrores, que creemos deben ser debatido aclarando el marco y las condiciones en que se cometieron.
V – Las consecuencias actuales de la pelea y su desenlace
Con toda la importancia que tenga la cuestión de los derechos humanos, la represión asesina, el robo de bebés, etc., no se puede reducir a eso solo las secuelas de la dictadura.
Comenzando con la Deuda Externa, cuando cayó el gobierno de Isabel Perón el 24/3/76 el país debía más o menos 7.800 millones de dólares, mientras que al caer la dictadura el país debía 46.000 millones. La sangría de pagos de intereses y capital y que agotó y agota al país tuvieron su origen del 76 al 83 y fue una política consciente, premeditada y deliberada. La mano del gran capital se ve en que ya el gobierno de Isabel Perón había intentado con los ministros de economía Rodrigo y Mondelli instalar el mismo plan económico.
Otra cuestión económica que se comenzó en esa época es la desindustrialización del país. Debilitar y extranjerizar la industria del país ya se conoce como objetivo (hemos visto la descripción del General Guglialmelli) de la dictadura de Onganía, y ese objetivo era congruente con endeudar y debilitar al país. Así se preparaban las condiciones, primero, para la apertura de la economía, abrir el mercado argentino para desahogar la sobreproducción del primer mundo, y segundo, para desmantelar y entregar (y encima a precios irrisorios) el patrimonio nacional de las empresas del Estado. Empresas que si no funcionaban como corresponde fue porque estaban erosionadas desde adentro por los mismos intereses multinacionales en complicidad con la corrupción.
La deuda externa, la desindustrialización, la entrega del patrimonio nacional y de las empresas estatales, para nombrar solo tres de los puntos centrales donde se debilitó y destruyó al país, fueron impuestos por la dictadura y sus efectos perduran hasta hoy.
La decadencia de las instituciones (parlamento, justicia, fuerzas de seguridad, partidos políticos, etc.), la corrupción de sus dirigentes, y la impunidad que se instaló abiertamente en el país no se pueden separar de la acción de los grandes intereses que manejaron al país, la oligarquía, el gran capital, las multinacionales, la banca mundial; intereses a los que sirvió la dictadura contra el país y el pueblo.
VI – Conclusión
El problema sigue abierto porque las causas que lo provocaron (los opuestos intereses entre el pueblo y el gran capital) siguen presentes y más grandes y graves. Ante eso, la sociedad “oficial” (el gran capital, los medios de comunicación, la derecha, los partidos políticos, etc.) necesitan borrar, distraer la atención y confundir, acerca de esas causas profundas, para poder seguir robando al pueblo. Y como los temas pendientes impiden borrar y tapar el tema, la sociedad “oficial” “maneja” el debate de manera de evitar que llegue a lo sustancial. Para ello, acepta que se comience condenando los métodos terroristas del Estado durante la dictadura militar, pero de inmediato plantea que se condene también lo hecho por la guerrilla, dando así un tratamiento igual al Estado y a grupos político-militares. Muchos organismos de derechos humanos, partidos de izquierda, etc., no aceptan esa igualdad. Así el debate a nivel masivo, popular, termina concentrado hasta ser excluyente en el tema de la lucha armada, a la crueldad de cada lado, etc. Así la derecha consigue tres objetivos: 1 – que el debate se trabe en lo superficial y no profundice, no llegue a lo sustancial; 2 – que sea la izquierda quien aparezca negándose a que se conozca toda la verdad; 3 – así, es la derecha quien aparece exigiendo memoria “completa”.
Por todo esto un debate limitado a las formas de la lucha y a las responsabilidades o culpas de cada lado es una trampa; así lo que llaman “memoria completa” no aclara lo más sustancial. Por supuesto que este documento tampoco es la memoria completa, cosa imposible de alcanzar en un documento. El pueblo debe conocer toda la verdad, solo ese conocimiento, solo un debate que se generalice masivamente, y que no esconda nada, es capaz de llegar a conclusiones acertadas. Precisamente por eso los sectores del gran capital intentan trabar que se llegue a lo sustancial. Para lograr avanzar hacia la solución de los problemas que tenemos, se requiere la acción clara, acertada y consciente del pueblo y la premisa de esa acción es el conocimiento popular de la verdad histórica, toda la verdad.
Por último, hemos tomado testimonio de testigos insospechados: dos de los más altos oficiales del Ejército de ese momento y no hemos recurrido a opiniones de ningún “subversivo”, ni marxista, aunque no hubiera estado mal hacerlo, no hemos querido que ningún prejuicio de lector alguno empañe argumentos contundentes. Y destacamos la actitud de militares como Mosconi o Valle, porque, aunque durante largas décadas fueron excepciones en las FFAA, deben ser valorados por el pueblo y los trabajadores.
PARIENDO UNA NUEVA SOCIEDAD - NOVIEMBRE 2006
